La historia, cultura, tradiciones y fiestas de la Sierra de Santiago de Lokiz se vinculan a las de sus gentes; habitantes de los 25 pueblos que abren sus ventanas para honrarla como el tesoro natural que es.
Desde Viloria, pueblo del valle de Lana y antigua tierra de carboneros, sobre todo a mitades del siglo XX, pasando por Artabia, donde las truchas del Urederra brillan desde su puente románico, hasta la iglesia de Arbeiza, templo en el que los hechizos se liberaban, allá por el siglo XVII. Cada uno de los pueblos que dibujan la sierra posee peculiaridades únicas sin que ello suponga una ruptura con la esencia del conjunto; territorios de macizos y valles unidos por la historia, la cultura y la naturaleza identitaria de un paisaje común.
La joya negra de Metauten

Arteaga, Ganuza, Ollobarren, Ollogoyen y Zufía comparten, en la actualidad, con el Museo de la Trufa de Metauten, un centro de interpretación de referencia, además de un recurso turístico, económico y comunitario adaptado y coherente con los valores originarios.
El más moderno y didáctico centro de Europa acompaña majestuosamente a una “reina negra” que representa, a día de hoy, más del 90% de las plantaciones truferas de Navarra. Esta enigmática monarca, la trufa, manjar y capricho de la naturaleza, luce sus mejores faldas en la sierra de Lokiz, honrando el esfuerzo de muchos agricultores pioneros que, en su día, arriesgaron su tiempo y su dinero apostando por el cultivo de un producto tan desconocido como misterioso por aquellos entonces. Sin duda, el cultivo de la trufa resultó ser una apuesta con futuro, ya que actualmente, esta exquisitez se ha convertido en uno de los máximos ingredientes de la alta gastronomía.
La tradición oral, en Lokiz
Desde que el apóstol Santiago, con sus huestes a caballo, rodeados de enemigos y a punto de ser vencidos, sacara su espada y de un solo golpe partiera por la mitad la piedra que hoy lleva su nombre, abriéndose paso a la escapada y posterior victoria, han pasado siglos de tradición oral.
Esta y otras tantas leyendas, transmitidas de generación en generación, han sido relatadas también en euskera a lo largo de los siglos, lengua que se mantuvo y que aún conserva su latido ancestral, más allá de la toponimia y de los ecos vecinos de Tierra Estella.

Levantamiento del “Mayo” en Larraona, San Martín y Zudaire

Otra de las tradiciones de la sierra de Lokiz se yergue en los altos brazos amescoanos de Larraona, San Martín y Zudaire que, año tras año, desde su intensa recuperación en 1997, se unen para “alzar el Mayo”. Para ello, un haya es cortada e investida, mientras los lugareños, especialmente las mujeres, entonan el conocido “arriba Mayo, tente tieso que yo me caigo”. Este ritual, de origen precristiano, desapareció en la primera mitad del siglo XX y es una de las tradiciones más antiguas del Valle de Améscoa/Amezkoa.
El día del pastor, en Eulate
Los sabores de la sierra han logrado sobrevivir, no sin esfuerzo, hasta convertir los eventos gastronómicos que organizan los ayuntamientos de estos valles en una de las citas de tradición ganadera más esperadas. El día del pastor, en Eulate, es la ocasión en la que criadores de la zona exponen su ganado y sus aperos y enseñan cómo se esquilaban y cardaban las famosas ovejas “latxas” que dan sello al codiciado queso Idiazábal.
En este día festivo, no sólo se rinde homenaje a la vida del pastor y al pastoreo en sí, un sector actualmente sin relevo generacional, sino también a los productos de la tierra que alimentan a tantas familias y que se han ido adaptando a las exigencias de los nuevos tiempos, en muchos casos, con la calidad exclusiva de una DO reconocida a nivel internacional.

Viloria, tierra de carboneros
En Viloria, pueblo del valle de Lana, la mayoría de la población -y de esto no hace tanto- se dedicaba al carbón. Tal como relata Miguel, el último carbonero de Navarra, “en aquella época, se hacía carbón en todos los valles. Había familias que no tenían ni tierras, ni ganado, y el carbón vegetal suponía una de sus principales fuentes de ingresos. Luego llegaron los hornos de fundición modernos y ya no se gastaba, así que aquello supuso un tremendo despoblamiento”.
Como refleja la película “Tasio”, ópera prima del director Montxo Armendáriz, rodada en 1984 en Lokiz, el oficio de carbonero suponía, en ocasiones, vivir muchos meses del año en el monte. Los más mayores recuerdan que comían “habas para desayunar, comer y cenar” y dormían en chabolas. “Se llegaban a hacer carboneras de 40.000 kg que ocupaban 50 m de diámetro y que tardaban más de un mes en cocer”.
El carbón de Viloria, que antes alimentaba a hogares, ferrerías y altos hornos, ahora viaja por toda Navarra llegando a sidrerías que lo prefieren por su mayor intensidad y duración. En la actualidad, Viloria es la única localidad donde se sigue elaborando carbón de manera tradicional, teniendo su destino en barbacoas y asadores, con fines gastronómicos.