La sierra de Santiago de Lókiz

En la parte occidental de Tierra Estella se erige, de este a oeste, una sierra ancestral, imponente y escarpada. En realidad, se trata de la gran desconocida, la hermana pequeña de sus cercanas y mucho menos modestas Urbasa y Andía. Incluso para muchos montañeros y montañeras navarros/as, Lókiz pasa en ocasiones tan desapercibida que, cuando la descubren, se preguntan cómo ha podido estar ahí, semejante murallón natural, sin la necesidad de acaparar la atención del Reino. Sin duda, debe tratarse de humildad.

La Sierra de Lókiz transita entre el corredor alavés de San Vicente de Arana y Santa Cruz de Campezo y se extiende hasta los valles de Allín y Metauten, al este. Los caminantes que la recorren por primera vez, quedan prendados con sus impresionantes cortes acantilados, vertiginosas pendientes, cavidades, paredes y recovecos. Estamos hablando de toda una frontera bioclimática, colonizada por una rica fauna de hayas, robles, boj, madroños, coscojas, sabinas y encinas, entre otras tantas especies, así como de una abundante vegetación, distribuida en un macizo kárstico amesetado de 22 kilómetros de longitud y altitud moderada; un emplazamiento sólido, con bosque de influencia atlántica y mediterránea que justifica su diversidad, un paisaje enigmático y remoto que esconde cuatro acuíferos principales en su recorrido paralelo a Urbasa.

En esta web podrás encontrar las rutas más interesantes de la sierra de Lokiz y los enlaces a los lugares de interés de los veinticinco pueblos limítrofes; casas rurales, museos, dónde comer, zonas de baño, qué visitar, etc... Conocerás la historia de una de las Juntas más antiguas de Europa, una organización autónoma y centenaria, cuyas normativas han contribuido a la conservación y desarrollo de la zona, y a un aprovechamiento común del territorio por parte de sus vecinos y vecinas. Todo ello, desde una sensibilidad inteligente, protectora y a su vez, orgullosa de un sentimiento natural de pertenencia.

El propósito de esta ventana, abierta al mundo, es dar a conocer a sus visitantes un espacio autóctono inigualable. Al tiempo, pretende recordar la importancia de conservar y, sobre todo, respetar este discreto tesoro, un paraje que sorprende a quien lo descubre por primera vez y lo atrapa, tanto por su belleza, como por su personalidad auténtica y repleta de misteriosa dignidad.